Biblia de Gutenberg
Sign. I-66. Biblioteca Pública de Burgos. 1456
El ejemplar de la Biblia de Maguncia que se conserva en la Biblioteca Pública de Burgos, único en España, fué descubierto por Matías Martínez Burgos, director de la misma. A partir de 1913, Matías se dedicó a estudiar ese curioso ejemplar debido a la anotación que había en la cédula del catálogo correspondiente a esa obra: «es quizá el libro de más valor». Esta anotación junto con su preparación bibliográfica le llevó a sospechar que ese libro parecía algo más que un simple incunable, así entabló correspondencia con las bibliotecas más importantes de Europa y América y llegó a probar y documentar que era un ejemplar auténtico de la Biblia de Maguncia o de las 42 lineas editada en esa ciudad alemana hacia 1456 en el taller tipográfico de Gutenberg y Fust. Prueba de que hasta ese momento no se sabía nada de dicho ejemplar es la descripción que hace Augusto Lacayo en 1886 en su libro «Burgos» de las obras más notables existentes en la Biblioteca; en esta descripción no se habla de la Biblia de Maguncia.
Hasta hace unos años no se sabía la procedencia del ejemplar, se suponía que había llegado de algún monasterio de la provincia después de la desamortización de Mendizábal. Fué en 1952 cuando el profesor Cantera Burgos en su obra «Álvar García de Santa María y su familia de conversos» habla de la existencia de una cláusula en el testamento de Luis de Maluenda, sobrino de los Santamaría, (fechado en Burgos el 23 de septiembre de 1488 y conservado en el Archivo de la Catedral) por la que dona al Monasterio de San Juan de Ortega "la mi biblia de molde grande que me costó tres mil e dozcientos e cinquenta maravedíes" . Según el testamento de Luis de Maluenda éste dona la Biblia a un monasterio porque era una forma de conservar ese valioso ejemplar a su muerte y porque, según la mentalidad de esa época, la iglesia, al recibir unos bienes adquiría la obligación de celebrar misas previamente determinadas y a San Juan de Ortega en particular por que la familia de Santamaría estaba muy ligada a dicho monasterio, fueron sus mecenas, lo fundaron, fueron sus bienechores, lo enriquecieron y uno de ellos fue prior del monasterio.
La desamortización de Mendizábal en 1835 puso fin a los Jerónimos del Monasterio de San Juan de Ortega; por decreto se incautaron y vendieron en pública subasta sus bienes; para evitar la pérdida de muchas obras artísticas, archivos y bibliotecas que poseían, se crean en 1837 las Comisiones Provinciales Científicas y Artísticas y posteriormente en 1844, las Comisiones Provinciales de Monumentos Históricos y Artísticos que se encargan de inventariar las obras, hacer una selección de las que podían pasar a las bibliotecas y proceder a subastar las restantes. El primer lugar donde se depositaron estos fondos en Burgos fue en el Seminario Conciliar, después la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos los pasó al Instituto Provincial hasta que se creó la Biblioteca en 1871 en el edificio del Consulado del Mar y en 1971 pasó a su sede actual en la Plaza de San Juan. En los primeros catálogos de incunables no aparece ninguna noticia de la Biblia de Gutenberg pero Manuel María Añibarro en el primer anuario del Cuerpo de Arqueólogos, Bibliotecarios y Anticuarios en 1881 afirma «que había una biblia en dos tomos, que debe ser una de las primeras ediciones y que ésta, provista de capitales miniadas se la reservó la Comisión Provincial de Monumentos». Después de larga permanencia en el Museo Provincial cuando éste estaba en el Arco de Santa María pasó a las dependencias de la Biblioteca Pública siendo director de ambas instituciones Don Matías Martínez Burgos.
Este ejemplar salió de la prensa sin foliación, sin epígrafes en las páginas, sin capiteles en los comienzos de los capítulos, en cambio si que aparece un «incipit», como en los manuscritos al comenzar el Pentateuco y el Génesis, impresos en este ejemplar en rojo de lo que podemos deducir que ya Gutenberg imprimió a dos tintas. El resto de las rúbricas son manuscritas. Como todos los impresos de la época, éste reproduce las características del libro manuscrito, dejando un espacio libre para las letras mayúsculas de principio de palabra y para las iniciales según el dinero que los clientes estaban dispuestos a pagar, por eso cada ejemplar es una obra única ya que no existe ninguno idéntico.
La encuadernación era también encargada por los compradores. Los dos volúmenes están encuadernados en tapas de madera recubiertas de piel, bordeada por una banda que forma un rectángulo, dentro de éste se extiende otro rectángulo menor y se inscribe un rombo en él. Se aprecian cabezas de clavo gravadas para sujetar la piel a la tapa, hay también lacerías de gusto árabe interrumpidas a trechos iguales por una flor de lis, símbolo de los Santamaría; tuvieron manecillas que han desaparecido y cantoneras metálicas para proteger los ángulos de las tapas, con estas características la encuadernación pertenece ya al renacimiento, primer tercio de siglo XVI, esto hace suponer que la encuadernación actual se realizó ya en el Monasterio de San Juan de Ortega pues la donación a dicho monasterio se hizo en el siglo XV; el encuadernador tuvo un despiste al encuadernar el tomo primero, a partir del folio 168 y hasta el 250 cambió el alzado de los cuadernos y los colocó en orden inverso; no es que falte texto.
El ejemplar existente en la biblioteca de Burgos es único en España, consta de dos volúmenes, de 325 folios el primero y de 317 el segundo. Su texto es el Antiguo y Nuevo Testamento según la Vulgata, versión latina de las Sagradas Escrituras hechas por San Jerónimo y termina con el Apocalipsis de San Juan. Está impreso a dos columnas, sobresale el signo de separación de sílaba en fin de línea que son dos rayas paralelas entre sí y oblicuas al renglón. La impresión es uniforme y la composición cuidada por la justa separación de las letras de cada palabra y de las palabras entre sí. La letra es gótica, limpia y regular, la tinta negra, brillante todavía y el papel de hilo, grueso, consistente, de color agarbanzado, parecido al pergamino, lleva tres marcas al agua o filigranas, un bucráneo con estrella de seis radios sobre el testuz; un racimo y un becerro; la filigrana del bucráneo es la más abundante; estas marcas permitían identificar la procedencia del papel. Hasta el folio 5 la impresión es de 40 líneas, después aumenta una línea más y en el folio 6 recto adopta la caja de 42 líneas que continua invariable a lo largo de toda la obra. Utiliza numerosas letras ligadas en grupos de dos o de tres lo que hace un texto más compacto y agradable a la vista, a la vez que economiza papel.
El rasgo más notable del ejemplar de la Biblia de 42 líneas de Burgos de Gutenberg es su magnífica iluminación. Realizada con abundantes pero delicados colores, confiere al libro el aspecto de un lujoso manuscrito, aunque se ha prescindido del pan de oro. Las iniciales y los zarcillos de la Biblia de Burgos de Gutenberg hacen pensar en un artista sumamente tenaz, y sorprenden por el hecho de que reaparecen exactamente en otro ejemplar de la Biblia de 42 líneas, del que sólo se conservan el Antiguo Testamento. Este volumen de la Pierpont Morgan Library de Nueva York presenta las mismas formas en cada una de sus páginas iluminadas.