Códice de florencia de las Cantigas de Santa María

Ms. B. R. 20. Biblioteca Nazionale de Florencia. 1280-1284

Este códice conservado en la Biblioteca Nacional de Florencia contiene solamente 104 cantigas, de las que dos no aparecen en los otros códices y otras ofrecen variantes de cierto interés. Está escrito sobre pergamino con letra gótica. Las tintas son la negra y la roja: los títulos de las composiciones y sus estribillos van escritos en rojo; aquéllas, que comienzan siempre con el estribillo completo, llevan una inicial grande de diversos tamaños (de tres a cinco cm en cuadro), decorada con flores o animales estilizados en azul, rojo, blanco, oro y negro (este último para los contornos), y se completa con rasgueos marginales; en cambio, el primer verso y, a veces, el de los estribillos presentan una inicial sencilla, alta y estrecha, en rojo o azul alternativamente, y se adornan con rasgueos caligráficos en azul o en rojo para contrastar con el color de la inicial; todos los títulos suelen llevar también otra inicial pequeña, en azul, con dibujitos caligráficos en rojo. En cuanto a la distribución de los versos, sucede a menudo que el copista, para aprovechar sitio, los escribe a renglón seguido, si bien separándolos por un punto. Las páginas, llenas de letra, tienen unas 44 líneas. En general, son dos las columnas del texto, aunque también hay páginas de tres y muy raras veces de una sola, y éste carece de la numeración antigua de las cantigas. La notación musical falta totalmente, aunque siempre la primera columna, y con frecuencia la segunda, presentan las líneas del pentagrama y bajo éste se escribe la letra del estribillo, seguida de la primera estrofa íntegra y de la repetición de aquél. El copista calcula lo que ha de escribir en la música para que la página esté completamente llena, por lo que, cuando la cantiga es corta, pone otras estrofas bajo las líneas del pentagrama y también separa las líneas por un punto en lo escrito para la música. La foliación antigua es en números romanos, se halla en el margen inferior y falta a veces por haber sido cortado este margen con exceso por el encuadernador.

Lo dio a conocer Marcelino Menéndez Pelayo el año 1877, cuando el joven y ya brillante profesor de literatura española realizó una serie de viajes por las principales grandes bibliotecas europeas; la Real Academia Española, que ya pensaba en llevar a cabo su edición monumental de las Cantigas, le rogó que investigase en aquellos grandes centros, por si pudiera encontrarse algún otro códice alfonsino de milagros de Nuestra Señora. El mismo Menéndez Pelayo, en carta desde Florencia al marqués de Valmar (17 de abril de 1877), explica el hallazgo: en ella expresa lo descabalado del códice, «pues carece de las primeras hojas, de algunas hacia el medio y de las del fin, estas últimas porque no llegaron a escribirse; está dispuesto a una o dos columnas y va escrito con primor y limpieza; tiene los espacios para la música, aunque ésta tampoco llegó a ponerse, faltándole asimismo muchas miniaturas, todo lo cual prueba que ni la copia ni sus accesorios llegaron a completarse».

SOBRE LAS CANTIGAS

El manuscrito de las Cantigas de Santa María, escritas en galaicoportugués y en notación musical mensurada en la corte del rey Alfonso X el Sabio durante la segunda mitad del siglo xiii, constituye una de las colecciones de canción monódica más importante de la literatura medieval occidental. De corte trovadoresco y paralitúrgico, se diferencia de la temática abiertamente profana de los trovadores del resto de Europa y de la música sacra de la época.

Se trata de un conjunto de 427 composiciones en honor a la Virgen María. La mayoría son cantigas que cuentan milagros sucedidos con la intervención de María; integran también la obra las Cantigas das Cinco Festas de Santa María, las Cinco Cantigas das Cinco Festas do Nostro Señor, el Cantar dos Sete Pesares que víu Santa María do seu fillo y una maia. La devoción mariana estaba en auge en ese siglo: frailes, clérigos y caballeros en general participaban en ella. El rey alentaba en sus cantigas a poetas y juglares para que dedicaran sus esfuerzos e inspiraciones a la «Santa Dama», e incluso Alfonso X creó una caballeresca Orden de Santa María de España, a la que dedicó una cantiga.

Existen dudas sobre la autoría directa del rey Alfonso X el Sabio (1221-1284), pero nadie cuestiona su participación como compositor en algunas de ellas, siendo al menos diez de indudable atribución al rey.

Hay un total de 417 cantigas, más una introducción en homenaje a Don Alfonso y dos prólogos. Los textos, la música y las ilustraciones se han conservado más o menos completas en cuatro manuscritos. ​Las Cantigas de Santa María pueden dividirse en dos grupos:

El primero lo forman las narrativas o de mirage, 356, en las que se compendian de historias, milagros y relatos relacionados con la Virgen, bien sea por su intervención directa o por los amores místicos que su figura genera en las almas piadosas. La mayoría están acompañadas por 2640 miniaturas muy coloridas, de un virtuosismo pocas veces igualado, que por sí solas constituyen ya una obra de arte incomparable.
El segundo son las cantigas puramente líricas o de loor, un grupo mucho más reducido (61 para ser exactos). Son elogios de la Virgen o se refieren a festividades marianas o cristológicas. Se trata de poemas más serios, profundos, casi místicos, en los que en lugar de cantar los milagros de la Virgen se reflexiona sobre ella, como en una oración. Estas adoptan la forma de himnos sagrados como los que se interpretaban en la liturgia, pero que sirvieron a la vez de entretenimiento literario y musical en las cortes palaciegas y fiestas profanas, y que de ahí eran transmitidas por los juglares al folclore de tradición popular.

Desde el punto de vista de la historia de la música, está considerada como la colección de música cortesana monódica más importante del siglo XIII. Las melodías están tomadas de la monodia gregoriana, de la lírica popular y de las canciones de los trovadores, y adoptan en su mayoría la forma de rondó, con un estribillo o bordón musical que se repite tras las glosas.

Los códices de la Biblioteca de El Escorial están adornados con profusión de miniaturas. Muchas de ellas han sido de importancia capital para la organografía española, puesto que allí se aprecian los instrumentos del siglo XIII: organistrum, salterio, laúd, viola de arco, rebec, cítara, arpa, trompa, trompeta, castañuelas, cornamusas, dulzainas y muchos otros. Y también se puede investigar cómo se ejecutaban estos instrumentos, que se han podido reproducir para poder tocar esta música. También tiene su importancia al revelar visualmente y con una increíble profusión de detalles, la vestimenta, las costumbres, la sociedad, los productos y la arquitectura y tecnología civil y militar de la época en las seis viñetas secuenciadas en que se resume cada cantiga.

De las Cantigas de Santa María hay cuatro códices conservados, procedentes todos ellos de la propia corte del rey Alfonso X. En el siguiente cuadro se muestra su descrpición y características.